13 mar 2015

ESCRITURA CREATIVA: SOLAMENTE SOLO



Podéis leer el texto "Solamente solo" de nuestra alumna Silvia Nieto en la sección de Escritura Creativa de nuestra revista digital.

4 mar 2015

NUEVO ARTÍCULO DE TEORÍA: EQUUS 1.3


Ya podéis leer en nuestro apartado de teoría la tercera y última parte del artículo dedicado a Equus escrito por Raúl Pérez Sastre, nuestro profesor de Psicología para actores.

14 ene 2015

NUEVO ARTÍCULO DE TEORÍA: EQUUS 1.1


En la sección de Teoría de nuestra revista podéis leer la primer parte de la reseña de la película Equus (1977) desde una perspectiva que aúna Psicología y Artes Escénicas, escrito por el profesor de Psicología para actores del Centro de Investigación Teatral La Manada, Raúl Pérez.

10 ene 2014

DECLARACIÓN DE INTENCIONES

He estado pensando mucho sobre este primer artículo. Inauguramos el Blog. No es tontería. Pensé en escribir sobre LA VERDAD en la interpretación, así, en mayúsculas. Al fin y al cabo, cualquier inicio es una declaración de intenciones por definición. Pensé en que mis alumnos lo leerían. Y eso conlleva una responsabilidad. Pensé en que la gente que me quiere, lo leería. No quería decepcionarles. Luego pensé que los que no me quieren, también lo leerían. Y los que no me conocen. Y así, fue formándose en mi cabeza un torrente de ideas desamparadas, cayendo en tirabuzones sobre el ordenador. Borrar y volver a empezar. Borrar y volver a empezar. Borrar y…
…volver a empezar.

He estado pensando mucho sobre este primer artículo. Y, por alguna razón que hasta este instante no logro entender, mi corazón se disparaba en un blues arrítmico  y torpón. ¡¿Qué demonios me pasaba?! Es solo un artículo. Para el Blog. No es para el mundo. Si piensas que te van a leer, vas listo. ¿Delirios de grandeza? No es tan importante. Nada es tan importante que no merezca un buen chiste. Relativizar. Parar y respirar. Reflexionar. Pensar lo que se quiere decir. Articularlo en tu cabeza. Y escribirlo. Solo eso. Escribirlo. 

He estado pensando mucho sobre este primer artículo. La verdad, la línea de pensamiento, la acción, el actor-creador, la lógica de las acciones, la acción transversal, el teatro, el arte, la vida, la crisis, la envidia, la profesión, la frustración, el genio, la mediocridad… Todo pasaba, fulgurante, por delante de mi mente. Brillaba, un instante, y moría. No me imaginaba a mí mismo escribiendo sobre estas cosas sin tener una larga barba blanca de señor responsable y erudito. Creo que no es mi estilo. Si es que tengo alguno. ¿Cuál es mi estilo entonces? ¿Qué estoy haciendo? ¿Cómo lo hago? ¿Qué estamos haciendo? Todos. La Manada. Si sobre algo debería escribir es sobre esto: sobre La Manada. Sobre la escuela. Sobre Carlos. Anaïs. Ana. Pablo. Sobre los alumnos. Tan distintos y tan parecidos. Sobre el sueño. Sobre la ilusión. Sobre el futuro construido sobre el fracaso. Sobre el fracaso que no se rinde. Sobre la risa. Sobre las largas horas en el local. Trabajando. A veces con frío. A veces con calor. Siempre contentos. Quizás debería escribir para dar las gracias a todos. A los profesores y a los alumnos. Dar las gracias por haber salvado a este pobre actor del descreimiento. De la derrota sin condiciones. De la pérdida de lo que una vez, cuando era niño, guardé en lo profundo de mi bolsillo. Debería quizás, decía, dar las gracias. Pero entonces caería en la ñoñez, en la cursilería recalcitrante que tanto me ha molestado en mi vida. O en el himno “autoadulador” tan propio de Facebook. O en la falacia de la emotividad para conquistar corazones arrasados. No. Las gracias se dan en privado. Con miradas. Con abrazos. Con cerveza. O con risa. No en un Blog. Así que, permítanme que, en una mediocre suerte de Mujer Judía, vuelva a empezar:

He estado pensando mucho sobre este primer artículo. Y he llegado a la conclusión de que no puedo hablar de lo que no quiero. Y en eso importa poco el Blog, La Manada, los alumnos o los profesores. Importa poco la interpretación y el teatro; la vida o el arte. Es como torcer la muñeca hacia atrás: por mucho que tires, resulta incómodo y doloroso; y además estaba mejor como antes. Se trata, creo, de ser honesto. Al menos de intentarlo. Así que trataré de serlo. Ruego, eso sí, que me perdonen si me pierdo por el camino, si no colmo las expectativas, sean cuales sean. Si peco de falso humilde o de estúpida soberbia. Creo que ya saben que el viaje es muy largo. Lleno de obstáculos que le ponen a prueba a uno. Lleno de “no vales”, “eres el mejor” y otros casos de excesos verbales que tratan de desubicarnos, de evitar que nos reconozcamos en el espejo. Muchos de estos obstáculos te hacen caer en un agujero profundo del que salir es muy difícil. Otros te elevan a la derecha de Dios para así contemplar la mediocridad de los hombres, sin saber que la nube sobre la que te alzas se desvanece con el pedo de una culebra. El viaje es muy largo, decía, y termina en la muerte. Este hecho, ineludible, convierte, mágicamente, casi todo, en una soberana gilipollez. Así pues, les pido que me perdonen si fracaso en el empeño. Prometo no claudicar. Cuestionarme cada cosa. Juzgarme solo a mí. A nadie más. Comprender y explicar. Sudar alegría. Llorar intenciones y subtexto. Prometo estar ahí cuando me necesiten. No huir cuando las cosas se pongan tan feas como un “te odio”. Arañar lo bueno que hay en mí. Y mimar lo malo, para que desaparezca por empalagamiento. Prometo negarme a hacer lo que no quiero, no lo que no me gusta. Es bueno no confundir. Y lo más importante: prometo empezar de nuevo las veces que haga falta. Cada vez que me equivoque. Cada vez que el error me abrume. No importan ni la edad ni el recorrido. Cada vez que piense que ese no es el camino. Volveré a empezar.

Como ven, he estado pensando mucho sobre este primer artículo.


Carlos Silveira